El pájaro de Comala

En una ciudad moderna, una mujer ejecutiva es asesinada por un extraño pájaro. Una joven de aspecto angelical e inocente se ve casualmente envuelta en los hechos. Personajes reales y fantásticos interactúan fundiendo el tiempo y el espacio, lo local y lo global. Una reflexión sobre el desdoblamiento de las personalidades y la relación contemporánea entre jóvenes y adultos.

El sábado 28 de junio, cerrando el curso A 40 años del Mayo Francés, se presentó una visión desde Uruguay, estrenando el cortometraje El Pájaro de Comala, una producción de Dodecá, co-dirigida por Matías VenturaAlejandro Ventura.

Apuntes para el guión de El Pájaro de Comala.

UNO.

Belén Baptista como Lucy

Si se quiere hacer un balance sobre lo que significó y aún significa el 68, a los efectos de evaluar la rebeldía generalizada de esos tiempos, y si se lo quiere hacer mediante una realización cinematográfica: ¿por qué no centrarse en las personas, los individuos, los hombres y las mujeres que protagonizaron aquellos acontecimientos? ¿Por qué no considerar el significado profundo, las causas y las consecuencias, de las conversiones posteriores: hippies mutados en yuppies; revolucionarios idealistas convertidos en pragmáticos conservadores? Y a la hora de elaborar el guión de ese filme, ¿no sería interesante abrir el juego de los anacronismos: trabajar sobre la dislocación del tiempo, hablar del presente acudiendo al pasado y del pasado señalando el presente? Una ruptura de las continuidades: ¿por qué no colocar un personaje de los sesenta, una joven hippie, con su espíritu naif, en la realidad del Uruguay actual repitiendo aquel clásico gesto de colocar una flor en el fusil de un militar, aquí y ahora, cuarenta años después del clímax de la rebeldía, aplastada en estas latitudes por violentas dictaduras militares?

DOS.

Profesor
Vivimos en un país emergente (antes se lo llamaba periférico, dependiente o tercermundista). Los paísesemergentes con gobiernos de izquierda, como es el nuestro, enfrentan tres desafíos centrales. Veamos.

Primer desafío: Alcanzar el desarrollo económico con una justa distribución del ingreso mediante la vía de atraer inversiones, fundamentalmente productivas, del extranjero. Para ser atractivos a la vista de los inversores, los países emergentes deben calificar bien frente a esas nuevas instituciones globales, entidades financieras especializadas que se dedican a poner notas a las economías y los sistemas políticos de distintas partes del mundo. Como escolares aplicados, nuestros países deben obtener la mejor nota disputando con otros países emergentes. Hacer bien los deberes. Mostrar indicadores e índices prolijos. ¿Cómo filmar esa idea, ese concepto? ¿Cómo dar cuenta con imágenes de esta realidad competitiva regulada por las calificadoras de riesgo y de sus consecuencias prácticas en la vida cotidiana de nuestras sociedades?

Belén Baptista como Lucy en El pájaro de Comala

Segundo desafío: Dar seguridad a los ciudadanos. Combatir la delincuencia. Lograr abatir la permanente sensación de inseguridad pública en la que vivimos. Nuestras sociedades están fracturadas entre excluidos e incluidos. Están polarizadas entre los que sólo logran satisfacer las necesidades de consumo que el sistema crea y recrea por la vía del delito, y los que sólo encuentran por medio de rejas, cercas eléctricas o armas de fuego mantener distancia respecto del otro que quedó afuera, el perdedor, el delincuente, ese otro que mejor sería lincharlo cuando se lo descubre in fraganti, o castigarlo incluso antes de que llegue a cometer ningún crimen. ¿Cómo representar cinematográficamente esa situación límite, tan manipulada y comercializada por los mass media? ¿Cómo dar cuenta de ese imaginario de inseguridad, criminalización social y envilecimiento rampante, que tanto nos acerca a una suerte de brutalismo neo-feudalista como nos aleja de la prédica permanente de los derechos humanos?

Santiago Ventura en El pájaro de Comala

Tercer desafío: Mantener la identidad nacional en plena era de la globalización mediática e híper-comunicativa a los efectos de cohesionar culturalmente una sociedad que se fragmenta en todos los órdenes de la vida. ¿Cómo cultivar una «imagen país» cuando las identidades se volatilizan o licuan en un mundo de consumo e imágenes universal e indistintamente válidas? En un filme que pretenda dar cuenta de nuestra auténtica identidad, de los ejes que estructuran nuestros imaginarios culturales, ¿qué marcas enarbolar: el mate, el asado, el candombe, la murga, los paisajes naturales de nuestra serranía y nuestras costas, los personajes exóticos de pueblitos perdidos en el interior del país? ¿Por qué no el shopping center? ¿Acaso no es allí dónde se está tejiendo la trama de la identidad de nuestras sociedades actuales? Filmar escenas en un shopping sin que sean mera publicidad: ¿le quitaría «uruguayismo» a una trama de ficción o la haría más representativa de nuestra realidad en tanto país emergente que busca su lugar en el mundo?

TRES.

Walter Reyno en El pájaro de Comala

Los años sesenta fueron el momento del clímax en lo que refiere al conflicto entre generaciones. Era palpable el choque entre el mundo adulto (puritano, conservador, afiliado a la ética del trabajo y la responsabilidad, moralista) y el mundo juvenil (libertino, revolucionario, hedonista, promiscuo). A la rebeldía de los sesenta le siguió el repliegue y la apatía (cuando no la autodestrucción) de las décadas posteriores. Muchas películas trataron esas perspectivas. Pero hoy, y en nuestro país: ¿cómo hacer para llevar a la pantalla ese conflicto en el caso que aún existiera? ¿Cómo mostrar la doble moral del adulto chocando con la supuesta candidez del joven? ¿Cómo mostrar el cinismo de la juventud chocando con la aparente autoridad moral del mundo adulto, allí donde el adulto se infantiliza y no quiere distanciarse del joven? ¿Qué líneas de diálogos escribir para constatar esta paradójica y patética situación?

CUATRO.

Belén Baptista en El pájaro de Comala

Imbricar arte y política como en los sesenta. Practicar el cine-ensayo, estilo cinematográfico hoy claramente devaluado. Proponerse un cine que opere como pedagogía revolucionaria pero en tiempos del desencanto y del fin de las utopías. Plantearse el cine como entidad crítico-reflexiva y postular al arte como fuerza transformadora de la realidad. ¿Fueron válidas estas estrategias estéticas en su momento? ¿Sería válido actualizarlas, justo ahora, cuando fueron abandonadas? Quizás se pueda invertir la relación entre arte y política. Entonces, proponer el cine no como reflejo sino como acto simbólico donde la realidad social se difumina: el sistema, finalmente, sería derrotado en las pantallas. ¿Funcionaría esta ilusión? ¿Sería verosímil? ¿Por qué no actualizar en el cine de hoy, a través de la voz de un actor, un «demiurgo», intentos literarios como los de Juan Rulfo, su Pedro Páramo, en cuyo realismo mágico el orden y laautoridad fenecían?

EPÍLOGO.

El PájaroSin embargo, tal como en el pasado, tampoco en el presente el arte podrá modificar la realidad. Entonces, ¿cómo empezar y terminar el guión de este filme que pretende cuestionar la herencia e influencia de los sesenta en nuestra actualidad? ¿Qué pasaría si filmáramos las escaleras mecánicas de ese mismo shopping center atiborrado de gente? ¿No lograríamos así una metáfora incontrastable para la permanente e inmodificada circulación del sinsentido en que nos movemos? Retratar el tránsito zombie de individuos aislados, pero comunicándose incansablemente a través de sus teléfonos móviles, subiendo y bajando permanentemente los escalones metálicos del mundo del hiperconsumo: ¿no será un claro paradigma identitario de la individualidad actual? ¿Será posible diseñar, con esta película-ensayo, circular y multiforme, un diagnóstico exhaustivo de nuestro tiempo sin caer en un maximalismo pretencioso e intelectualizado?

FICHA TÉCNICA

  • Duración: 28 minutos
  • Dirigida por: Alejandro Ventura y Matías Ventura
  • Producida por: Alejandro Ventura y Cristina Bausero
  • Asistencia de Dirección: Federico Rodríguez
  • Jefa de producción: Antonella Tambasco
  • Producción ejecutiva: Florencia Flores, Natalia Perciante
  • Actuaron: Belén Baptista, Carlos Frasca, Santiago Quintans, Santiago Ventura y Walter Reyno
  • Arte: Cristina Bausero
  • Guión: Alejandro Ventura
  • Montaje: Matías Ventura
  • Fotografía: Sebastián Bugna
  • Diseño de Sonido: Matías Ventura
  • Cámara: Matías Rey, Micaela Mesa
  • Maquillaje: Belén Baptista
  • Postproducción de imagen & Efectos: Sebastián Bugna y Matías Ventura

DODECÁ Producciones, URUGUAY 2008