Larga es la relación entre la labor del tejido y la vitalidad: allí está el mito de las Parcas para atestiguarla. Otra relación metafórica de larga data es la que se establece entre el hilar y el narrar, el tejer y el fabular (imaginar tramas, define el diccionario de la Real Academia, para este último término). Y si hilar y tejer fueron actividades domésticas durante la mayor parte de la historia, su traslado a las fábricas durante la era industrial dejo librada esa esfera de actividad humana para su desarrollo artístico, o la preservó, valorándola, en el campo de las tradiciones culturales indígenas.
Esas relaciones entre vitalidad, fabulación y arte textil está muy bien asentada en la obra de Ana Feria, tal como lo podremos apreciar en la muestra que este mes exhibe Dodecá. Personajes antropomórficos como los bilu bilu son en sí mismos, en su presencia plástica, una fábula. Sus muñequitas de tela ofrecen, cual talismanes, una vitalidad lúdica que emerge de rasgos físicos y expresiones logrados con suma sencillez y cuidado, usando apenas unos pocos retazos de tela y unas puntadas de hilo. El colorido que ofrecen las composiciones es otra de las claves para explicar el logro de la artista a la hora de involucrarnos en su juego, su trama, sus entre-telas.