Editorial de julio

Posted on Jul 15, 2003

Las fronteras entre polí­tica, cultura, economí­a y sociedad, si alguna vez las hubieron, nunca fueron claras. No lo fueron en el pasado y mucho menos lo son en el presente, cuando el entramado de las relaciones y mediaciones sociales se vuelve más complejo, más ambiguo y más caótico.

Cierto que el problema no es sólo de claridad, de transparencia o de orden. El problema es dilucidar hasta qué punto serí­a deseable o justificable que esas áreas de actividad estén separadas: aquí­ los que se encargan de lo polí­tico, allá los que hacen cultura, etc., cada uno restringido a su fragmento de realidad. ¿En qué favorecerí­an esas distancias a las necesidades actuales de dar respuestas colectivas y creativas a la profunda crisis que atraviesan nuestras sociedades?

En Dodecá, si bien no pretendemos retroceder en cuanto a los logros de autonomí­a del arte respecto de los poderes polí­ticos y económicos, tampoco pretendemos aislar las esferas de acción cultural y polí­tica, ni nos interesa separar a éstas de las otras múltiples esferas de acción social. Las «Polémicas» que este mes iniciamos son una muestra de ello, como ya lo fue, en diciembre del año pasado el ciclo de debates sobre el artista y el poder, como también los son los Encuentros de Cine y Ciencias Humanas que hemos realizado: la cuestión del trabajo, violencia y juventud, y el último recientemente culminado sobre la condición de la mujer. Muchas otras «Polémicas» vendrán sobre cuestiones centrales, que nos interesa promover.

Un centro de acción cultural, tal como nosotros lo entendemos, puede y debe ser un ámbito de discusión y formación polí­tica, así­ como en los ámbitos de acción polí­tica no dejan de estar en juego los valores culturales de una sociedad.