Lacy Duarte: 87 cajas

Posted on Dic 02, 2002

En setiembre de 2001, Lacy Duarte inauguró la Sala de Exposiciones de Dodecá con su muestra, «Rastreo de huellas y fracturas«. Luego expondrí­a en el Instituto Goethe la muestra «Territorios», en la cual, como ella lo expresa, reafirma su actitud de «resistencia al embrete»; una actitud de no dejarse llevar por los cantos de la globalización y la posmodernidad. Para ello, una vez más, la vemos aferrándose a la comunicación auténtica y a las tensiones latentes que siente con angustia y expresa con hondura.

El lunes 2 de diciembre Lacy Duarte vuelve a Dodecá con una obra especialmente proyectada para ser mostrada en este espacio.

Acerca del origen de esta muestra, ella nos cuenta :

«Leyendo el diario me paralizó una imagen: 87 cajas de zapatos con una cruz. El texto decí­a: 87 bebés enterrados en cajas de zapatos, nadie los reclamó en el hospital de Rí­o. Me vino el recuerdo de un hombre en el campo que muere cuereando una vaca, lo entierran envuelto con el cuero por no tener cajón. Al no poder hacer otra cosa, dejo una mirada de ternura a esos bebés y a todos los niños globalizados del mundo del desamparo».

87 cajas, un número, una cantidad. Pero son ochenta y siete muertes, las de esos bebés sin reconocimiento alguno. Allí­ la muerte no ha dejado ningún resquicio para la vida. No hay tiempo de vida para esa infancia desolada, deshumanizada en la máxima urgencia de sus necesidades, enterrada sin rituales ni escrúpulos.

En este tiempo de globalidades y soledades, en este mundo donde existen sanatorios equipados con las técnicas más sofisticadas para la reproducción asistida de la vida, hay muchos hospitales donde no hay siquiera féretros para enterrar a los niños desheredados de toda esperanza, que mueren recién nacidos. Lacy lo sabe. Dice que lo leyó en un periódico, aunque tal vez lo sepa de mucho antes. Y tras un momentáneo reconocimiento de su impotencia ante esa situación, desentierra la noticia, desentierra la realidad, y nos la muestra, plasmándola en un ejercicio de exorcismo propio de su arte de venceduras. Así­ nos hace compartir con ella la misma angustia y la misma mirada de dolor y ternura.

Arq. Cristina Bausero