Treinta años de psicoanálisis no le sirvieron a Woody Allen para controlar sus impulsos sentimentales y terminó ante los tribunales, demandado por una Mia Farrow muy enojada. Antes y después de ese papelón que en todo caso pone en tela de juicio la credibilidad de Freud o de sus discípulos norteamericanos, Woody Allen ha sido empero una real personalidad del cine, cuyo aporte conviene revisar.
Ambientado casi siempre en su querida y odiada New York, poblada de intelectuales que lo irritan y fascinan a la vez, el cine de Allen ha sabido describir con humor, ternura, comprensión y acidez los desconciertos de una biografía cultivada que sabe reconocerse en sus bromas, sus alusiones a escritores, cineastas y políticos, sus referencias a las Grandes Preguntas Existenciales que Woody suele responder con una sonrisa escéptica. Su trayectoria se repasará en el próximo par de meses, a razón de un film por día, los días miércoles y jueves. En este mes inicial se exhibirán;
- ¿Qué pasa Tiger Lily? (1966)
- Robó, huyó y lo pescaron (1969)
- Bananas (1971)
- Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo pero temía preguntar (1972)
- La última noche de Boris Gruschenko (1975)
- Manhattan (1983)
- Comedia sexual en una noche de verano (1982)
- Zelig (1983)