Durante todo el mes de setiembre estará en exposición la obra de Lacy Duarte, de miércoles a domingos, entre las 18 y las 22 hs. A propósito de elaa y su obra, la Arq. Olga Larnaudie escribe:
Lacy Duarte pasó su infancia en el campo de Salto, en una familia de ascendencia brasileña. La voluntad de continuar sus estudios secundarios la llevó a trasladarse en 1952 a la capital salteña, donde pronto se vinculó al Taller Pedro Figari.
Salto era en aquellos años un centro cultural particularmente destacado. A las apetencias ilustradas de un poderoso sector de terratenientes se sumaban allí los esfuerzos relativamente antagónicos de un núcleo intelectual progresista, liderado por el escritor Enrique Amorim. A este último impulso se debía el funcionamiento, desde mediados de los cuarenta, de la institución «Horacio Quiroga», que incluía al taller Figari, por el que pasaron como alumnos, docentes o visitantes, numerosas figuras del arte uruguayo, así como artistas latinoamericanos.Aquella etapa de trabajo en este centro abierto a la información y a la posibilidad de un enriquecimiento conceptual, le aportó a Lacy Duarte un nutrido bagaje de convicciones.
Varios premios logrados en su medio, viajes, muestras en el exterior, el acceso incluso a otros mercados de arte ávidos de imágenes vividas como exóticas por su intensidad, no alcanzaron a detener a Lacy Duarte en la dinámica de un proceso creativo que tiene que ver más con necesidades interiores, que con opciones oportunas.
Desde fines de 1992 la artista ha iniciado un proceso de rescate de sus orígenes campesinos. Este nuevo tiempo de su hacer pictórico se acompasa entonces, como un fenómeno a la vez íntimo y colectivo, con una etapa de creciente presencia de la temática de la identidad en la reflexión cultural y en el arte uruguayo.
En un momento de madurez vital y pictórica, la artista ha ido llegando a aquellas «huellas y fracturas» originadas en su fronterizo Mataojo natal, es decir al arranque histórico de ese mundo de fantasmas que ha rastreado – exorcizado- a lo largo de su obra. A través de diversos manejos técnicos y diferentes temáticas «panes y ceibos», «los bretes», «las trampas», «las venceduras»-. Rescatando reses y mulitas, caballitos y muñecas olvidadas. Esa peculiar desolación de nuestras tierras ganaderas, las faenas y rituales campesinos, el espacio ilimitado de horizonte rasante, y los inevitables bretes: los tiempos de la vida y de la muerte.
Arq. Olga Larnaudie