Unos dibujos

Posted on Jun 08, 2022

Tenemos el agrado de invitarlos e invitarlas este Jueves 16 de junio a las 19:00 a la inauguración de «Unos dibujos» del artista César Troncoso; nuestra tercera exposición en el marco de los 20 años del Centro Cultural Dodecá.

Desde un a mesa de cármica frente al patio a un escritorio en el Parque Posadas.

Esta es la historia de César Troncoso, actor reconocido de nuestro país, que ha actuado en producciones nacionales y extranjeras. César dibuja desde muy joven. Tuvo una mención especial en el Premio Nacional de Historieta para Jóvenes Creadores del año 1993, que organizaba el Instituto de la Juventud, el Foro Juvenil y el Ministerio de Educación y Cultura, fue aceptado en el premio Paul Cézanne y en el premio Coca Cola para su exposición, pero no se dedicó por entero a su dibujo, sino a representar personajes a través de la actuación.

Dibujaba sobre una mesa de cármica que debía despejar para que la mesa se usara para comer.

Allí comenzó a desarrollar su destreza técnica, relevante en sus dibujos que muestran un refinamiento y una técnica excelentes. Los dibujos, en blanco y negro o a color, los realiza con tinta, marcadores, acuarelas y lápiz. Traza y construye personajes y mundos imaginarios que expresan una satisfacción personal, un mundo interior fantástico y ficticio. Personajes irreales se entremezclan con un aparente sin sentido sobre la hoja de papel llenando toda la superficie sin dejar huecos o intersticios blancos. Otros dibujos, por el contrario, representan figuras irreales, negro sobre blanco, flotando sobre la hoja. El trazo delinea sin esfuerzo aparente las figuras y una acuarela impecable cubre las superficies. Este mundo interior de César se presenta y se desnuda con todo el nerviosismo que conlleva, en esta muestra de dibujos. Hoy nos entregó, para ser expuesto, el último dibujo realizado.

Cuenta José V. Merinoh en su texto sobre el Sumi-E (2012):

Hay una historia popular acerca de “Sesshu”, un pintor japonés del siglo XIV, quien cuando niño disgustaba a su Abad al dibujar, en vez de estudiar sus lecciones religiosas. Como castigo fue atado a un árbol para que meditara. Sin embargo, dibujó en la arena un ratón tan vívido con su dedo gordo del pié, que cobró vida, mordió la soga y lo liberó.

Así como en el Sumi-E, pintura japonesa ancestral, César Troncoso se deja llevar por el trazo sin intención de representar nada conocido, sino dibujar ese mundo imaginario que lleva dentro suyo, esos personajes sobre papel que no distan de aquellos que él representa en la pantalla.