El cine de Víctor Erice

Posted on Jul 04, 2014


el-surLas películas de Erice siempre plantean un conflicto entre el hombre y la sociedad.

La crueldad que verdaderamente nos importa (…) es la que, pensada y sistematizada fríamente, producen los hombres normales y que afecta a tantos seres que quedan frustrados en sus más íntimas y elementales aspiraciones económicas y espirituales. Fundamentalmente no nos interesan los sufrimientos de los seres anormales, porque difícilmente podemos responsabilizarnos de ellos. Sus problemas o tienen solución médica o no la tienen. Los de los otros –y de éstos nos sentimos responsables– sí tienen solución y exigen que colaboremos para alcanzarla. 

Son hombres normales los que luchan entre sus deseos y las leyes, y aquí podemos incluir tanto al Charley de Los desafíos como a la niña de El espíritu de la colmena. Aunque tal vez la mayor crítica social que se puede hacer se encuentre en la soledad de los personajes, en su frustración y en su huida final hacia la muerte o hacia el interior de ellos mismos. 

Frente al tema de la incomunicación, puesto de moda durante estos años por Antonioni, Erice distingue dos tipos de obras que se apoyan en la incomunicación; aquellas que la presentan como un hecho esencial de la naturaleza humana, o aquellas que la ofrecen dialécticamente como derivada de una situación histórica concreta. Y es esta incomunicación dialéctica la que refleja en sus obras, vinculadas de esta manera con el trabajo del realizador italiano. Para éste:

la incomunicación no es (…) la consecuencia de una naturaleza humana inmutable, sino producto de un momento histórico, de una clase concreta, de una moral determinada. La incomunicación no es para él un punto de partida sino una resultante. 

colmenaEl momento histórico en el que vive hace callar al padre de El espíritu de la colmena y una moral, determinada imposibilita al otro padre, al de El sur, para revelar su secreto. El tratamiento de la incomunicación como resultado de algo se enfrenta con el que se le ha dado tradicionalmente en el cine español:

en Azcona, Ferreri y Berlanga se parte de la incomunicación como algo abstracto, sin demostrar, de raíces exclusivamente subjetivas, y se pretende apoyar en una situación más o menos realista. 

(…) El cine de Erice puede resumirse en variaciones formales sobre los mismo temas: el acceso al conocimiento, la lucha de los instintos contra las leyes sociales, la incapacidad para expresar sus sentimientos. En una entrevista lo confiesa:

Comprendo lo que dice Wenders en El estado de las cosas: todas las historias ya han sido contadas. No se puede contar una historia que sea nueva. 

Todos sus personajes son calcos de personajes anteriores:

Ya no se puede hablar de personajes, son figuras, es una característica del cine moderno; los personajes han desaparecido; sólo quedan figuras en un paisaje, destinados de lo que se ignora el motivo, no hay ni fin ni principio. Soy muy sensible a esto. El film que podía haber testimoniado mi actitud no es El sur, bien entendido, sería más bien un film próximo a este tipo de universo moderno donde se pone ya en cuestión el hecho de hablar: para qué hablar, qué decir. Lo que pasa es que siento una gran timidez para tratar de decir cosas que no van a ninguna parte.

Tal vez el camino que siga le vaya alejando de la ficción y adentrándole en el camino de las estructuras formales pues también ha confesado que:

a menudo he tenido la tentación de derivar hacia una estructuración cinematográfica fragmentaria, el diario íntimo, el ensayo, la reflexión con, puede ser, que un soplo de ficción. La ficción de una determinada manera ha naufragado o parece haber naufragado.

De ahí surge un ensayo sobre la imagen y la realidad, un intento de captar lo inaprensible, que tituló El sol del membrillo.

Carmen Arocena (1996)