Una historia de la juventud a través del cine

Posted on Nov 05, 2004

La juventud es una categorí­a histórica, esto es: no siempre existió una juventud tal como hoy la identificamos. En algunas épocas y en algunas formaciones sociales, fue difí­cil distinguir la juventud como un sujeto real. De la infancia, sin mediar perí­odos de transición, se pasaba directamente a la vida adulta.

La emergencia de la juventud se debe a un desarrollo histórico de la sociedad, de la cultura, de los poderes, los saberes y las representaciones ideológicas. Pero esta emergencia también responde a un desarrollo de la conflictividad de los individuos, desarrollo de las tensiones que atraviesan sus formas de sentir, pensar, relacionarse, vivir. Y esto es lo que permite que haya una historia de la juventud.

A mediados del siglo veinte, cuando la sociedad y la cultura se consolidaron como fenómenos de masas, la juventud quedó establecida como un grupo social particular, como una categorí­a cultural especí­fica, como una etapa evolutiva especial en el desarrollo de la personalidad del individuo. Y es a partir de este perí­odo que podremos estudiar la historia de la juventud a través del cine, apreciando sus modos de configurarse como sujeto social.

En el último medio siglo, los cambios en las actitudes y conductas tí­picas de los jóvenes han sido muy marcados. El tránsito desde un conformismo casi automático (en los años cuarenta y cincuenta) a una rebeldí­a casi natural (en los sesenta), para volver a las escenas de apatí­a y desmovilización de la juventud (en los ochenta), o a su incertidumbre y opacidad (en los noventa y en la época actual), alentó que algunos teóricos sociales discutieran seriamente la posibilidad de atribuir algo distintivo a la juventud, llegando a afirmar que «la juventud sólo es una palabra».

En este curso, analizando e interpretando pelí­culas emblemáticas para los jóvenes de distintas épocas y lugares, mostraremos que la juventud es más que una palabra: es una historia plena de valores y significados, y también un desafí­o vital para los individuos y las sociedades