Con el éxito internacional de El exilio de Gardel comenzó la segunda carrera cinematográfica de Fernando Ezequiel Solanas, convirtiéndolo en uno de los realizadores argentinos más notorios de las últimas dos o tres décadas. Su primera carrera había sido bastante diferente, caracterizada por una vocación de incon-formismo y búsqueda de nuevos caminos (culturales, políticos) que lo condenaban inevitablemente al ostracismo decretado por los representantes de la cultura «oficial». Su inserción en el grupo Cine Liberación derivó en 1968 en la ambiciosa trilogía La hora de los hornos, realizada en colaboración con Octavio Gettino. Mezcla de documento y ensayo, panfleto y poema épico, La hora de los hornos, permanece como un título clave del cine latinoamericano, promotor de adhesiones y apasionados rechazos, del que resulta imposible librarse aunque se discrepe con él.
No sería el único aporte de Solanas a un cine combativo y militante, sin embargo. Fue productor y libretista de El camino hacia la muerte del viejo Reales, en 1971 trabajó en dos films-reportaje a Juan Domingo Perón, y en 1972 comenzó el rodaje de su primer film de ficción, Los hijos de Fierro, crónica, alegoría y poema que jugaba al paralelismo entre los exilios de Perón y Martín Fierro para sustentar su paráfrasis moderna del clásico de José Hernández.
Luego vendrían el exilio a Francia, otro documental (Le regard des autres, 1980, sobre discapacitados) y finalmente El exilio de Gardel (1985), que pareció una obra de plenitud y sintetizó su experiencia del exilio.
Su retorno a la Argentina implicó el ajuste de cuentas de Sur (1988), en cierta forma la película del «insilio», la contracara de El exilio de Gardel vista desde Buenos Aires. El presente ciclo reúne algunos de los títulos fundamentales del cineasta;
La hora de los hornos, Argentina, 1968
Los hijos de Fierro, Argentina/A. Federal, 1972-76
El exilio de Gardel, Argentina/Francia, 1985
Sur, Argentina/Francia, 1988