La reciente, discutida Palma de Oro de Cannes a Mejor Film obtenida por El pianista en el festival de Cannes ha vuelto a poner sobre el tapete la figura de Roman Polanski, una de las personalidades relevantes del cine europeo de los últimos cuarenta años. Puede resultar una curiosidad comprobar que este polaco nació en Francia, en el seno de una familia judía que cuatro años después se trasladó a Cracovia. Durante la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de sus familiares desapareció en el Holocausto, y luego de esa hecatombe el joven Polanski sintió despertar una vocación como actor de teatro y cine.
Estudió en la escuela de cine de Lodz, y al mismo tiempo rodó varios cortometrajes que llamaron la atención: el más famoso es seguramente Dos hombres y un armario, donde ya asoma una visión irrisoria y pesadillesca del universo que sería una de sus marcas de fábrica. En 1962 debutó en el largo con El cuchillo bajo el agua, una historia claustrofóbica entre tres personajes aislados en un yate, y poco después se instaló en Inglaterra, donde rodó Repulsión (1965), absorbente retrato de una neurótica que llegaba a la violencia y el crimen.
El gusto por los temas concentrados y los personajes enfrentados a un absurdo cercano a Ionesco o Becket reaparecerían en Cul de sac (1966), escrita, al igual que el film anterior, en colaboración con Gérard Brach, luego su cómplice habitual. Varios de esos rasgos se repetirían en clave humorística en La danza de los vampiros (1967), una parodia sobre el cine terrorífico donde tras la broma corría elmismo espíritu pesimista, descubriendo que el empeño en terminar con el vampirismo conducía de hecho a su propagación por el mundo.
Afincado en Hollywood en 1968, Polanski haría El bebé de Rosemary, donde se comprobaba que el simpático vecino podía ser un satanista, y un ama de casa era embarazada por el Diablo en persona. Pronto, satanistas reales o casi (los integrantes del Clan Manson) asesinarían a su esposa Sharon Tate, y Polanski volvería a Europa para hacer la comedia surrealista (y por cierto muy fallida) ¿Qué? y un discutido pero no carente de interés Macbeth. De regreso a los Estados Unidos obtuvo uno de sus mayores logros con Chinatown (1974), un brillante relato policial de serie negra donde asomaban sus habituales tonalidades sombrías. Otra vez en Europa, volvió a sus obsesiones personales en El inquilino (1976), y emprendió brillantemente la adaptación de una de las mejores novelas de Thomas Hardy en Tess (1979). En cambio, Piratas (1985) pareció un largo traspié, un fallido intento de hacer por el género de aventuras lo que La danza de los vampiros había sido para el de terror.
Su obra de los últimos quince años ha podido oscilar entre el discreto pastiche hitchcockiano de Búsqueda frenética (1988), las tortuosidades de Perversa luna de hiel (1992) y el encuentro con Ariel Dorfman y una temática latinoamericana en La muerte y la doncella (1994), donde reiteró una vocación por los climas claustrofóbicos, los retorcimientos de conducta y el sexo como factor de poder y destrucción. En La última puerta (1999) volvió a los temas del satanismo y la presencia del Mal, y en El pianista (2002) parece haberse volcado sobre rasgos demoníacos pero de este mundo y hasta de su universo personal: su película afronta el tema del Holocausto que por cierto tocara tan de cerca de su familia.
El ciclo Polanski comprenderá la exhibición de los siguientes films:
- Dos hombres y un armario (Dwa ludzie z szafa, Polonia 1957)
- El cuchillo bajo el agua (Noz w wodzie, Polonia 1962)
- Repulsión (Repulsion, Gran Bretaña 1965)
- Cul-de-sac (Cul-de-sac, Gran Bretaña 1966)
- ¿Qué? (Che?, Italia-Francia-Alemania 1972)
- Tess (Tess, Francia/Gran Bretaña 1978-79)
- Piratas (Pirates, USA 1985)
- Perversa luna de hiel (Bitter Moon, USA/Francia 1992)
- La muerte y la doncella (Death and the Maiden, USA/Gran Bretaña/Francia 1994)