Juventud y Drogas

Sexto Encuentro de Cine y Ciencias Humanas

Organiza | Centro Cultural Dodecá

ciclo de cine y talleres con panelistas invitados
del 30 de setiembre al 22 de noviembre 2005

Desde mediados del siglo pasado, en un contexto de auge del capitalismo tardí­o y de solidez del Estado Benefactor en los paí­ses centrales, la capacidad de consumo de los individuos se expandió configurándose lo que se dio en llamar sociedades de consumo. En ese entorno, el consumo de drogas se convirtió en una realidad social que terminó por ser una caracterí­stica del presente. Drogas, toxicomaní­as, sustancias psicoactivas, adicción, drogo-dependencia, narcotráfico: una jerga especí­fica rodeó esta nueva realidad, muy a menudo desfigurándola. La juventud no fue ajena a esto que, paulatinamente, desde la propia perspectiva del sistema, se transformó en un problema social.

Aquello que en determinados contextos espacio-temporales pudo configurar subculturas con pretensiones alternativas («desengánchate, ilumí­nate, salta afuera»), al paso del tiempo fue desfigurándose y re-simbolizando las conductas de los jóvenes. El consumo de drogas estuvo presente entre las culturas hippie, punk y yuppie. Por cierto, el significado de las drogas no fue el mismo en cada época, y para cada uno de los grupos que acudieron a ellas. De un modo u otro, en el pasaje de las sociedades regidas por una ética del trabajo a otras regidas por una ética hedonista, el binomio juventud y drogas ofició como un catalizador, y desató motivaciones insospechadas.

Las drogas son distintas y variadas: el alcohol, la cocaí­na, el LSD, la heroí­na, el tabaco, los psicofármacos, la marihuana, la pasta base… También es distinto el significado que su consumo tiene para los distintos grupos juveniles: no son equiparables las motivaciones del joven excluido que se droga en un barrio marginal en una ciudad de la periferia que las de un joven incluido que se droga en una rave tecnomoderna en los barrios más encumbrados de las capitales de los paí­ses centrales. No tiene el mismo significado la droga para un joven de Barrio Borro que para un joven que está de vacaciones en un balneario del Este. Tampoco tienen las mismas consecuencias en lo que respecta a salud fí­sica y mental o a su integridad moral y dignidad personal.

El deterioro de los ví­nculos familiares, las carencias de los ví­nculos afectivos y emocionales, las dificultades de comunicación: estas situaciones se han visto como causas determinantes en lo relacionado con el desarrollo de conductas adictivas. Pero no toda adicción se equipara a la drogadicción. Y esas causas no son uní­vocas. Ser adicto a la televisión no es lo mismo que ser adicto a la heroí­na. Ser adicto a los video juegos no es igual a ser alcohólico. Y tampoco es igual la forma en que un adulto controla sus ansiedades y conduce sus adicciones, que la forma en que lo hace un joven, cuando lo hace. Por ello, la perspectiva que sobre el tema tienen adultos y jóvenes no suele ser coincidente.

Los medios de comunicación no han sido ajenos a la difusión de prejuicios y estigmatizaciones sobre el consumo de drogas por parte de los jóvenes. Está estudiado el modo en que se ha ido tejiendo la asociación entre «juventud, drogas y delincuencia». Quizás falta estudiar hasta qué punto determinados mensajes y ciertas campañas mediáticas, en la medida que mitifican y criminalizan incorrectamente algunas identidades culturales, no llegan a favorecer aquellas conductas individuales que se pretenden combatir y sus consecuencias sociales.

Y en lo que respecta a delincuencia, nadie puede obviar que las ilegalidades que rodean el consumo y comercio de drogas han terminado por tejer redes globales de criminalidad. Hemos llegado a una situación en la cual ha crecido una «zona gris» de la economí­a mundial sustentándose fundamentalmente en el tráfico de drogas (entre otros tráficos), el cual ha terminado por infiltrarse, por distintas ví­as, en las economí­as y polí­ticas legales fomentado el desarrollo de la corrupción en una escala impensable cincuenta años atrás.

Como vemos, el tema seleccionado para este 6º. Encuentro de Cine y Ciencias Humanas: juventud y drogas, reviste una complejidad mayúscula. El problema está ahí­ y debe ser asumido y abordado por los individuos y por el conjunto social. El cine lo ha explorado en distintas pelí­culas, de las cuales hemos seleccionado algunas para atender los distintos aspectos que identificamos como propios de esta problemática que en nuestro paí­s, en las últimas décadas, ha ido cobrando una mayor preocupación y difusión.

Inauguración

  • Secretario General de la Junta Nacional de Drogas, Lic. Milton Romani Gerner
  • Exhibición del filme «Huelepega», de Elia Schneider, Venezuela – España 2004
    30 de Setiembre – 19:30 hs

Filmes

  • «Pánico en el Parque», de Jerry Schatzberg, EEUU 1971
    7 de Octubre – 20 hs
  • «Yo, Cristina F., 13 años, drogada y prostituida», de Ulrich Edel, Alemania 1981
    14 de Octubre – 20 hs
  • «Réquiem por un sueño», de Darren Aronofsky, EEUU 2000
    21 de Octubre – 20 hs
  • «Trainspotting», de Danny Boyle, Inglaterra 1996
    28 de Octubre – 20 hs
  • «Felices dieciséis», de Ken Loach, Inglaterra 2002
    4 de Noviembre – 20 hs
  • «Martí­n (Hache)», de Adolfo Aristarain, Argentina | España 1997
    11 de Noviembre – 20 hs
  • «Traffic», de Steven Soderbergh, Alemania | EEUU 2000
    18 de Noviembre – 20 hs

Panel de Cierre

  • 22 de Noviembre

Panelistas

  • Dr. Artigas Pouy (Servicio de Fármaco Dependencia Hospital Maciel)
  • Dra. Sonnia Romero (Directora del Dep. de Antropologí­a social | Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación | UDELAR)
  • Lic. Leticia Folgar (Dep. de Antropologí­a social | Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación | UDELAR)
  • Soc. Rafael Paternain (Docente e investigador del Departamento de Sociologí­a de la FCS – UDELAR)

Imagen «Réquiem por un sueño»