Dodecá en la prensa | Nota sobre los diez años del Centro Cultural Dodecá

Posted on Ene 07, 2012

Diez años del Centro Cultural Dodecá

La fiesta del arte contemporáneo uruguayo

por Carlos A. Muñoz

 En el semanario Búsqueda del 15 de diciembre de 2011

 

«A este autor todavía no pude ubicarlo, en el contestador está su voz pero no recibí respuesta». A pocas horas de la inauguración, la responsable de la muestra sigue intentando contar con la presencia de algún rezagado. Así son los artistas, generalmente huidizos, cuando no, alejados del ambiente, recluidos en quién sabe qué proyecto. La idea era juntarlos a todos y que la exposición inaugurada el lunes 12 de diciembre en la sala de Dodecá (San Nicolás, a media cuadra de la rambla) fuera una fiesta, una especie de encuentro generacional de amigos para sellar un momento en la historia de este centro cultural privado, empujado a fuerza de calidad. No podía faltar ninguno. Ni siquiera este artista que expuso hace años y se le perdió el rastro. El motivo era muy importante: celebrar la hazaña de cumplir una década, de sostener durante tanto tiempo una Escuela de Cine, pero también un lugar de exposiciones por el que pasaron muchos de los mejores artistas del medio, desde Eduardo Cardozo, Mario Sagradini y Martín Mendizábal hasta Lacy Duarte, Lala Severi, Pedro Peralta, Claudia Anselmi, Fermín Hontou y Analía Sandleris, entre muchos otros.

Dodecá es una escuela en la que se estudia y produce cine. Una rareza. Para empezar, el barrio. San Nicolás está en el límite entre Punta Gorda y Carrasco. Es una callecita angosta, que todavía mantiene ese aire de un Montevideo que ya se esfumó: el Montevideo de los años cincuenta. A pocos metros hay otra escuela, una antigua y tradicional escuela pública de sólida construcción, con un gran patio donde juegan y chillan las nuevas generaciones. El resto son casas bajas, poco evidentes y nada ostentosas.  Pero aquella callecita conserva ese aire de balneario hasta en la plácida decadencia de algunas construcciones. Allí se encuentra Dodecá, sobria, moderna, blanca, acuñada en equilibrio con el resto de la lenta modernización del barrio. Todo es prolijo, sin estridencias. Vale la pena llegar a un lugar con el cuidado y la delicadeza de líneas que ofrece esta construcción, en lo material y, obviamente, en la continuidad de propuestas artísticas de nivel. Está fuera del circuito, es cierto. Un poco a trasmano, tal vez. “Te voy a buscar o te mando un taxi”. Cristina Bausero, arquitecta y alma máter del sitio, cansada de las excusas de un crítico, llegó a ofrecerle un transporte para que conociera la sala. Lo cuenta, divertido, un artista que expuso hace años, cuando Bausero tenía que luchar contra todo tipo de inconvenientes para imponer el proyecto y los nombres. Construía de a poco un panorama interesante y completo del arte contemporáneo uruguayo.

En 2011, Dodecá cumplió diez años y lo festejó mes a mes con una propuesta de exposiciones de notable nivel. Esta propuesta final recoge el acervo de la institución, una especie de rastro artístico de su trayecto vital. Hay obras de todos los tamaños y de muy diferentes estilos, desde un retrato a una construcción en tela, desde un pequeño y delicado dibujo en tinta china hasta una fotografía de la ciudad de gran tamaño y en cautivante intervención apocalíptica. Es mucha obra, de diferente calidad y valor. Cada una representa al artista con su historia, con una historia personal, como una señal que marca cada etapa que vivió. El autor le dejó algo al lugar, parte de lo que expuso cuando se instaló allí. Es como dejar la huella de su estilo, de su inspiración, incluso parte de la emoción de un momento. En cierta forma, es también como un mapa del país, de diseño complejo y profundo, de una muy particular sensibilidad. Hay fotografías de distintos tonos y miradas (Héctor Solari, Matías y Santiago Ventura, Haroldo González y Oscar Bonilla), hay un serrucho en tela blanca, una rareza de finísima elaboración (Nuño Pucurull), un cuadro con líneas marcadas sobre cartulina de una suavidad imposible de describir (Gerardo Goldwasser), dibujos en blanco y negro, retratos maduros de líneas muy sutiles que impactan por su sobriedad (Renzo Vayra, Marcelo Mendizábal) y pintura de elevado nivel donde se lucen el retrato de un niño de Miguel Tosi y el trabajo más reciente de Martín Mendizábal.

También hay objetos, como un distinguidísimo caballo de madera con palo de escoba, imagen paradigmática de Lacy Duarte, un barquito con molde de zapato en madera de Roberto Gilmet, una pequeña cajita con cintas de colores intensos de Mario Sagradini, ejemplo de la belleza que un artista puede lograr más allá del material que utilice, del camino que recorra o las búsquedas que puedan aflorar en su obra.

Y el camino sigue tras la calidad de Seveso, los desgarradores dibujos de Héctor Solari, la pequeña ventana hacia la rambla, una joyita metafísica de Fermín Hontou, los pequeños grabados de Peralta, los retazos de bosque de Anselmi y un ser deshilachado en el vacío de Mariana Duarte. Una exposición montada sobre el valor de cada obra y en diálogo cautivante entre ellas. Y, definitivamente, una fiesta a la que no se puede faltar.

La muestra estará cerrada durante el receso de enero. Reabre el 20 de enero y continúa hasta el 29 de febrero. Se podrá visitar de lunes a sábados de 18:30 a 21hs.