Marcelo Legrand en Dodecá

Posted on May 20, 2011

El exitoso Marcelo Legrand expone como parte de los diez años de Dodecá

Big bang

por Carlos A. Muñoz


Tres obras de gran tamaño cubren las paredes de la sala de exposiciones del Centro Cultural Dodecá en la calle San Nicolás, donde empieza Carrasco, a media cuadra de la Rambla. La más impactante es «El caminante», una explosión visual en la que varios colores pugnan  por la forma. Es interesante: sin aparente propósito figurativo, los colores dibujan, construyen, dan sentid a una composición impecable. La obra es del artista Marcelo Legrand (1961), tercer expositor de los diez que participan esta temporada en la gran celebración pictórica de Dodecá por sus diez años de actividad. Otro artista maduro, un poco mayor que Bassi (y muy diferente) pero al que se puede unir por un momento de altísima calidad y de extrema madurez.

En algún sentido, la comparación es pertinente. No solo son dos de los mejores exponentes del arte contemporáneo uruguayo. Son también dos artistas que saben que en arte hay un principio fundamental: tener algo para decir. O intentar decir algo, que es más interesante. Para eso, y aun sin ser explícito ni proponérselo racionalmente (esa es la gracia), solo vale ser riguroso, profundizar en uno mismo, pelear. Por caminos muy distintos, a los dos se les puede creer, se los percibe como artistas que ofrecen una sensación de verdad a través de la belleza, de trabajo y elaboración que, con el tiempo, se vuelve un discurso personal.

Aunque parezca obvio, no es habitual encontrar este sinceramiento artístico en un mercado donde priman el marketing y los estímulos paganos. Los dos ofrecen además, un tratamiento visual de notable calidad. Pero donde Bassi oculta, Legrand expone, y donde Bassi interroga, Legrand construye y celebra. La obra que se expone en Dodecá es una fiesta. Casi como un músico, él es un notable compositor de imágenes abstractas desde el proceso sustancial del color: construye armonías, organiza un caos aparente que parece intentar permanecer y que claramente domina línea a línea, punto a punto, color sobre color.

Hay otro trabajo («Splash») en el que una mancha naranja en el límite del rojo parece haber triunfado, despejando un poco más la magnífica densidad de «El caminante». Allí las formas son más limpias, en grises y diferentes tonos de negro. Pero el cuadro es igual de disfrutable.

Por último, hay otro cuadro («Pájaro en la arena») con líneas negras, tonos grises, pinceladas en diferentes tonos de blanco y volúmenes que expresan mucho más que el título y que mantienen, a pesar de su tonalidad más liviana, un curioso equilibrio con el entorno. Es como si de ese «big bang» inicial (o final, quién sabe) de «El caminante», surgiera al fin una melodía sutil, fina, mucho más espiritual.

De la explosión a la expansión: ese puede ser el trayecto visual que el artista diseñó en Dodecá. Y lo logró.

 

«Caminos de la pintura», de Marcelo Legrand.
En Dodecá (San Nicolás 1306) hasta el 5 de junio. Tel.: 2600 0887.