Lo empático y lo auténtico

Posted on Abr 03, 2009

Han transcurrido tres clases del curso de lenguaje cinematográfico Las Jóvenes en las que se abordaron cinco películas: Amelie (Jean Pierre Jeunet, Francia 2001), A los trece (Catherine Hardwicke, Estados Unidos 2003), La joven vida de Juno (Jason Reitman, EEUU 2007), Ya pasó todo (Belén Baptista & Santiago Ventura, Uruguay 2008) y Bienvenidos a la casa de muñecas (Todd Solondz, EEUU 1995).

A partir del análisis de películas en apariencia tan disímiles como Amelie, A los trece y La joven vida de Juno, se observó cómo distintos recursos cinematográficos son utilizados para la misma finalidad: la consecución de la empatía del espectador, su participación afectiva y emocional en una realidad que le es ajena.

amelieEn el caso de Amelie, el uso que se hace de la voz en off introduce al espectador en la historia y lo coloca en el lugar de la protagonista, introduciéndonos cómodamente en un mundo naïf y fantástico donde fácilmente es posible cambiar el curso de los acontecimientos y la vida de las personas. En Juno, el monólogo interior de la protagonista nos da la mano para acceder rápidamente a un mundo igualmente encantador. En el caso de A los trece, el empleo de la «técnica documental» de registro de las imágenes (cámara inquieta, móvil) proporciona la participación afectiva del público: es, siguiendo una lectura muy común, «como si estuviéramos allí», en el lugar de los hechos.

Es así que el ánimo empático de estas realizaciones se empeña en acercarnos a sus jóvenes protagonistas, a vivir la historia junto a ellas. Sin embargo, y a pesar de que éste parecería ser el primer motivo por el cual estarían presentes estos recursos, queda siempre la interrogante de qué es lo que realmente piensan o sienten las protagonistas.

No necesariamente empatía es sinónimo de autenticidad. El hecho de que el realizador nos coloque dentro de su mundo ficticio no implica que éste sea auténtico o verdadero y esto queda claramente revelado en la feliz resolución de cualquiera de estas tres historias.

En el marco de este análisis, una película como Bienvenidos a la casa de muñecas se presenta como una realización totalmente distinta en cuanto que no se propone la empatía con la joven protagonista que, desde el principio al final, es objeto de ininterrumpidas agresiones. De la misma manera que en Ya pasó todo, la intención no es participar de la afectividad del personaje sino tan solo acompañarlo a la distancia. No se usan aquí aquellos recursos cinematográficos que nos acercan a la emoción. El espectador sabe que está viendo una película y esa distancia perturbardora lo insta a la reflexión.

dollhouseCoherentemente con su voluntad no empática, el comportamiento de la protagonista de Bienvenidos a la casa de muñecas es tan objetable y cruel como el de todos los demás ya que Solondz se niega a dotarla de un carácter distinto y bueno. Sin embargo, la recreación en esta película de una sociedad que tras su fachada ordenada oculta la destrucción, la soledad, incomunicación, crueldad e hipocresía de sus individuos, es tanto más sobrecogedora y potente que la construcción de las películas anteriores debido a su mayor autenticidad y honestidad.

En Bienvenidos a la casa de muñecas como en Ya pasó todo las historias de las protagonistas no se resuelven, pero las interrogantes sobre los personajes y la sociedad en la que están insertos han quedado planteadas.

De esta misma manera podemos confrontar el uso de la técnica documental de A los trece con el de Sin techo ni ley (Agnès Varda, Francia 1985). Mientras que de la primera obtenemos un dudoso acercamiento al proceso de una joven en un entorno destructivo, en la segunda seguimos los pasos de un personaje que, sin ser tal, nos confronta, y cuyo trayecto se erige en metáfora brutal de la decadencia de nuestras sociedades actuales, mucho más dramática, si se quiere, en su distanciamiento.