espacio_tiempo según Tatiana Oroño

Posted on Jul 18, 2006

LA FILOSOFí­A DEL CAMINO

por Tatiana Oroño

(publicado en Semanario Brecha, 14 de julio de 2006)

Tiras de papel y PVC livianas, sensibles al contacto del aire, en blanco, grises y negros, tonalidades frí­as, cuelgan del cielorraso (según la primera impresión) al piso. La sala tiene el tamaño ideal para abarcarla toda. Quise salirme de las paredes. Entrar y ya estar en el bosque | explica Claudia Anselmi.

De proporciones intimistas la sala ocupada por el llamado bosque, un área vibrátil de más de 6 m3, provoca un efecto inquietante: la serena caí­da de casi cuatrocientas tiras impresas obtura la visión, cancela el recorrido del ojo, ocupa el espacio a cuya apropiación visual estamos acostumbrados al visitar una muestra. Y hay un segundo efecto de sorpresa ante las tensiones antagónicas puestas en juego: Anselmi ha desplegado diversidad de escalas y técnicas, volumen y plano de dimensiones macro, monocopia y pintura de gran formato pero asistidos con tal pureza de diseño y tan sensibles sutilezas del grafo y de la presión, de las densidades del acrí­lico sobre el lienzo trabajado en capas, que las polaridades parecen complementarse, requerirse en un diálogo í­ntimo. Al internarse en el tupido volumen de tiras alternadamente frontales y laterales en lluvia, en cuyo conjunto las transparentes, a veces en racimos, provocan inesperados efectos ópticos, es posible comprobar que aquél está en realidad suspendido de una red romboidal casi invisible paralela al techo, a la cual tensores de acero de pared a pared, rectas metálicas espaciadas entre sí­, mantienen en tensa horizontalidad.

Es una muestra llena de trampas | corrobora la artista que la ha titulado no porque sí­ espacio_tiempo. Aunque sus motivaciones no hayan sido einstenianas la visión de Einstein, al asociar ambos conceptos al eje del movimiento, permea la recepción de esta instalación donde se busca hacer palpables las dimensiones del espacio-tiempo (peso, altura, profundidad, ancho, duración) a través del contacto del cuerpo del observador puesto en marcha y desafiado. Movilizado a internarse en la obra. La artista define un espacio que el espectador recorre: un trayecto | anuncia el catálogo cuyo texto es presentado como borrador (tachaduras, ausencia ocasional de puntuación, sintaxis sinóptica). Tal fundamentación de proyecto y plan de recorrido se complementan con el comentario de la artista: Es espacio_tiempo porque no podés separarlos en la cabeza; hasta en la ejecución de la monocopia se mezclan; y es la primera vez que hago una obra para transitar, que cuando pasás te toca, se mueve, tiene ruiditos… Yo siempre quiero que la gente avance, porque siempre hay otra cosa, y la gente por instinto de supervivencia sigue avanzando. Asimismo fundamenta el subtí­tulo o lema de la muestra: También por eso la llamé obra en obra, porque está generándose en la marcha, construyéndose en la marcha.

El tránsito, justamente, ofrece oportunidad de otra rectificación del primer vistazo: el espacio de circulación, funcional a la sala de cine y de proyección anexas, se mantiene despejado. Ello habilita un segundo recorrido tras el de ingreso. La salida del bosque permite apreciar de cerca el enorme cuadro por rojos que oficiara, durante el primer tramo de la travesí­a exploratoria, como testigo distante de la marcha. (El cuadro es un testigo de tu transitar. Es una pintura que te va acompañando hasta cierto punto, antes de llegar al claro del bosque.) La primera mitad de su cálida superficie está descubierta, la segunda, velada por racimos transparentes que producen un efecto acuático de visión movida. En esa simultaneidad de posibilidades de recepción, con y sin interferencias, con y sin mediaciones, en ese movimiento oscilatorio de la visión que ante el cuadro es doble y vuelve a desdoblarse ante la mitad velada, creo que puede leerse la propuesta temática profunda de esta obra de Anselmi. El sí­stole y diástole de una obra en obra, en marcha, en vital expansión y en mí­stico recogimiento. Una filosofí­a del camino.

CLARO DEL BOSQUE. Hay, oculto tras el bosque, otro cuadro por grises, acaso azules salpicados, también de gran formato y al igual que el anterior estructurado con vigorosas pinceladas negras que dividen expresiva, geométricamente, el plano. Sólo al final del recorrido se desemboca sobre él y el efecto es extraño, de choque, sin distancia para la apropiación visual. Sus ritmos lineales enérgicos, que reaparecen expuestos con delicadeza en las lí­neas peludas de las monocopias (acompañados por las paralelas de los tensores de acero adaptados al montaje) remiten al cruce de lí­neas de la claraboya, espacio arquitectónico doméstico de la artista (fotografiado en el catálogo) que se constituye en leit-motiv de la muestra. Interrogada sobre la claraboya, objeto o motivo de diseño, ella expresa que en su casa es el lugar de la luz, y que representa el espacio impoluto, por el espacio mismo, para nada. Tal caracterización guarda tan llamativa semejanza con la que Marí­a Zambrano formula respecto a los claros del bosque * que obliga a dos cosas: citar a la filósofa española y referirse al claro del bosque oculto en la totalidad velada de la instalación.

Al atravesar las tiras ondulantes emerge un espacio vací­o desde el cual no se ve para afuera. Es el claro. Ahí­ estás contigo misma | dice Claudia. Antes de llegar al claro, un racimo transparente. Mientras tomaba notas escuché un comentario: ¡las cintas hacen efecto de espejo! Escribe Marí­a Zambrano: Aparece en el claro del bosque el temblor del espejo. Ligeramente se curva la luz arrastrando consigo al tiempo.

Realizado el proyecto alguien aproximó a la artista la reflexión heideggeriana sobre el enigma del claro del bosque que descubre y oculta a la vez. Para Zambrano el claro es un centro. La virtud del centro es atraer, recoger lo que anda disperso. No hay que buscarlo. Tampoco ir a buscar nada. Alcanza con la gratuidad de detenerse, quedar en suspenso. La claraboya, ese espacio para nada, también remite a centro vital. Claro y claraboya en la muestra de Anselmi establecen continuidad semántica. Dos pausas en la filosofí­a del camino de esta obra en obra.

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*Claros del bosque, Seix-Barral, Barcelona, 1990, p.11 y ss..