Uno de los fenómenos más llamativos del cine alemán contemporáneo es el aporte de los inmigrantes, que en el caso de los turcos ha llegado en los años noventa, en muchos casos, a su tercera generación. Uno de los rasgos característicos de ese cine es el despertar de la conciencia del estilo. Ha comenzado a quedar atrás la urgencia del testimonio, expresado a veces de manera enérgica y apresurada, y se acentúa la atención sobre los aspectos estéticos aunque sin perder de vista otras perspectivas, incluso políticas. El cine germano-turco se ha revelado como un elemento enriquecedor de la cultura cinematográfica alemana en general. Al mezclar el aire de intimidad, el carácter de ajeno, la comprensión de lo externo y la estima por lo propio, estas obras permiten arrojar una mirada exacta a la realidad social del país. La cultura del mestizaje es una parte de la solución, y el cine es una de las mejores formas de aprender a mirar.